30 de junio de 2010

ver para sentir


a veces hablar no dice mucho, pero ver ayuda a creer que el mundo esta llena de cosas maravillosas y que Dios tan solo ha querido darnos el mejor regalo, nuestra tierra, nuestra vida, sácale provecho a tu regalo...














24 de junio de 2010


Estrés: un mal de nuestros días
El estrés se ha convertido en una palabra cotidiana de nuestros tiempos y es considerado uno de los grandes males que nos tocan padecer, sin distinción de edad, género o clase social
Estrés: un mal de nuestros días
-¿Quién sabe algo de Juan?
-Fue al médico. Parece que lo de la presión es por el estrés.


-¡Qué cara tenés!
-Es que ando estresado.
Comentarios como éstos y muchos más son usados, hoy, corrientemente para explicar un estado sin que la mayoría de las personas tenga claro en qué consiste.

El estrés se ha convertido en una palabra cotidiana de nuestros tiempos y es considerado uno de los grandes males que nos tocan padecer, sin distinción de edad, género o clase social. Las personas que manejan un alto grado de responsabilidad suelen ser las más afectadas por este trastorno que se está transformando, cada vez más, en una especie de enfermedad alarmante.

¿Sabemos de qué hablamos cuando hablamos de estrés?

El empleo de este término se ha popularizado sin que la mayoría de las personas sepa realmente qué significa. Etimológicamente, proviene del participio latino (strictus) del verbo stringere que significa provocar «tensión».

El ritmo acelerado de vida, así como el desarrollo tecnológico y la prisa con que debemos iniciar y vivir cada día ha creado una tensión permanente en nuestro diario vivir que nos lleva a estar angustiados, ansiosos, apurados y perder vitalidad. Esto hace que nuestro organismo emita una respuesta a semejante cantidad de estímulos o, dicho de otra manera, el estrés es la respuesta «adaptativa» del organismo ante los diversos «estresores». Esta adaptación a las condiciones de cambio se denomina «síndrome general de adaptación ». La utilización actual del término tiene su antecedente fundamental en la teoría de la adaptación: «Síndrome General de Adaptación » (G.A.S), del húngaro y endocrinólogo de la Universidad de Montreal, Hans Selye, a quien, posteriormente, se ha llamado «padre del estrés».

El estrés es algo habitual en nuestras vidas, no puede evitarse, ya que cualquier cambio al que debamos adaptarnos representa estrés. Es la reacción de nuestro organismo frente a la presión constante, y, cuando los mecanismos de recuperación fallan, se produce las enfermedades de adaptación. La disconformidad crónica, el apuro, la urgencia, los estados ansiosos, los sentimientos de impotencia, el alerta constante, el miedo irracional, las preocupaciones económicas, laborales o escolares y otras generan, consecuentemente, ansiedad, angustia y tensión. Nuestro cuerpo responde con cansancio, problemas digestivos, dolores de cabeza, pérdida del apetito se nos olvidan las cosas, cambia nuestro estado de ánimo, tenemos problemas para dormir o descansar, dolores musculares, irritabilidad o aislamiento, aumentan las frecuencias respiratorias y cardíacas, entre otras. Cuando estos síntomas perduran y se instalan en el tiempo, el estrés se constituye en un proceso relativamente independiente del síndrome general de adaptación, en una "enfermedad" en sí misma. Cualquier suceso que genere una respuesta emocional puede causar estrés. Las experiencias estresantes provienen de tres fuentes básicas: nuestro entorno (referente a las condiciones ambientales, como el ruido, las aglomeraciones, etc.), nuestro cuerpo y nuestros pensamientos. Esto incluye tanto las situaciones positivas (el nacimiento de un hijo, matrimonio), como las negativas (pérdida del empleo, muerte de un familiar).

Las situaciones que provocan estrés en una persona pueden resultar insignificantes para otra.

Si logramos percibir estos síntomas como alertas y no como parte normal de nuestra vida, si aprendemos a escucharlos como mensajes que nos dicen que estamos a punto de perder el equilibrio que debe haber entre las presiones diarias y nuestra capacidad de respuesta a ellas, es el momento justo de otorgarnos un respiro y tomarnos un tiempo para nosotros mismos.

Pero ¿cómo darnos ese respiro con todas las exigencias que nos abruman? Lo primero que deberíamos hacer es discernir entre lo que tiene una importancia vital y lo que no. Muchas de ellas son autoexigencias que nuestro "deber ser" nos impone. Las situaciones que no podemos controlar son, a menudo, las más frustrantes. Uno puede sentirse mal simplemente por ejercer presión sobre uno mismo: sacar buenas notas, tener aspiraciones en un trabajo, la autocrítica desmedida es una de las causas principales.

El estrés no siempre es malo. De hecho, un poco de estrés es bueno. Por ejemplo, la presión de la competición (competencia en el sentido de mejorar) permite el logro de los objetivos. Sin el estrés de alcanzar la meta, la mayoría de nosotros no sería capaz de terminar un proyecto o de llegar a trabajar con puntualidad.

¿Qué hacer, entonces, frente al estrés?

No preocuparnos de las cosas que no podemos controlar. (No sólo en los días soleados suceden cosas buenas.)

Hacer algo con las cosas que sí podemos controlar. (Aprendamos a poner límites a aquellos que nos exigen dar o hacer más de lo que podemos dar o hacer.)

Prepararnos, lo mejor posible, para sucesos que sabemos que pueden ocasionarnos estrés. (Al fin de cuentas, esas circunstancias también pasaran, y vendrán otras mejores.)

Esforzarnos por resolver los conflictos con otras personas. (Un buen diálogo quiebra barreras y concilia los ánimos.)

Pedir ayuda a nuestros amigos, familiares o profesionales. (Dejar la omnipotencia de lado no es signo de debilidad.)

Fijarnos metas realistas en casa, en el trabajo o en la escuela. (Poner mucha expectativa en un proyecto, casi imposible acarrea desdicha.)

No olvidar de realizar una actividad física (Alguien dijo mens sana in corpore sano

Orar un poco más. (La buena oración nos conecta con lo trascendente.)

Tratar de ver los cambios como desafíos positivos, no como amenazas. (Dice el saber popular "no hay mal que por bien no venga".)

Poner más atención en lo que tenemos y no en lo que nos falta. (Por ahí, descubrimos lo inmensamente ricos que somos.)

Seguramente, dado los tiempos que corren, no podremos eliminar, del todo, las fuentes que nos suscitan estrés, sin embargo, sí podemos aprender a buscar un equilibrio ante las consecuencias que la presión y las exigencias excesivas generan. Si logramos no llegar a los extremos, tal vez entonces, tengamos tiempo para disfrutar y ver la vida desde un lugar más positivo.

17 de junio de 2010

televisión V/S oración





La televisión ¿enemiga de la oración?
El Diácono Jorge Novoa reflexiona sobre lo que implica ser hombre de oración u hombre de televisión.
Resulta difícil, que un creyente, luego de sentarse durante varias horas frente al televisor, se encuentre frente a Dios en la oración. A primera vista, parece ser que la oración no tiene marketing. No aparece en los spots publicitarios, no está integrada en las películas (salvo en las de terror, o en la bendición que hacen de la mesa, una familia de gánsters), ni tampoco los famosos de la "pantalla chica"(tal vez sería mejor llamarla chata, cosa que ocurrirá con los nuevos modelos flat, que han logrado hacer mayor justicia entre el continente y lo contenido) pueden hablar de oración, pues, han sufrido uno de los males que genera la cultura contemporánea: para ser parte de ella hay que renunciar a rezar. Uno de sus trascendentales es la practicidad, todo se puede desechar: los vasos, los pobres, los platos, los ancianos y los embriones humanos. Todo es reemplazable y desechable.

Este nuevo "dios", en un mundo que se pavonea de sus adelantos, va sobre una mesa con ruedas y dentro de una caja, para ponernos al tanto de lo último, de lo que está de moda y de lo que vendrá. No prestarle atención es un gravísimo mal, sería como quedarse al borde del camino, para expresarlo más exactamente, sería estar "desinformado" (es decir, sin forma). En su bondad, nos anticipa con un desfile lo que se llevará en la próxima estación, para que podamos estar atentos y no suframos un aislamiento, llevando "trapos" que ya nadie tiene.

Lo que importa hoy

En su lista de novedades no figura la oración. Ella pertenece a las cosas del pasado, compañera de una civilización lejana, o a lo sumo, patrimonio de una tribu de solitarios hombres en vías de extinción, a los que se llama "creyentes". Aunque, no todos los que pertenecen a esta tribu practican ese rito. Algunos han cedido ante las formas orientales de evasión.

Otros creen más adaptado al momento presente tener un analista. De allí nació la rama de los "creyentes analizados", aunque algunos prefieren llamarse maduros, para evitar el título de creyentes (en una cultura pluralista no hay que molestar a los que no creen).

Para cualquier espectador, sería fácil llegar a las siguientes conclusiones: se puede prescindir de la oración, pero nunca de las nuevas vitaminas, la gimnasia y la ecología; es, para el mundo y su destino, más trascendente lo que va a anunciar un peluquero que un hombre de oración es imperdonable que alguien no sepa la pasta de dientes que utiliza la conductora del programa, y que recuerde, sin embargo, el nombre de los doce apóstoles de Jesús.

A partes iguales
Un mundo sin oración tiende a quedarse sin aire, está sustentado sobre los hombros de la vanidad y la prepotencia. Sus propuestas se vuelven confusas e inconsistentes. Cualquiera opina de todo con la pretensión de ser profesor. Un mundo sin oración se vuelve frágil y vulnerable a la televisión. No a esa televisión hipotética que muchos defienden, en donde hay hombres con buenas intenciones, que cuando hablan de la violencia y sus consecuencias, se comprometen en una lucha que puede afectar sus capitales. Es a la televisión real, a esa que se ríe del bien y lo ridiculiza, subordinándolo al rating.

"Ser o no ser", tal vez hoy, como para Hamlet, sea también esa la cuestión, ser hombre de oración o ser hombre de televisión. Si solamente le dedicáramos a la oración el tiempo que le dedicamos a la televisión, el mundo sería mejor. Aún es posible, ojalá nos animemos a intentarlo.

que tengan buena semana

8 de junio de 2010

EMPRESARIOS Y TRABAJADORES


El nuevo juego de los empresarios y trabajadores
Palabras de Juan Pablo Edwards, Vicepresidente USEC en el marco de la Jornada Pastoral de los Trabajadores
www.es.catholic.net

Basar las prácticas empresariales y crear un nuevo estilo de liderazgo en torno a la Doctrina social de la Iglesia y sus enseñanzas, dejó de ser un modelo irreconciliable con el mundo de la empresa y de los trabajadores y se asume hoy como una fortaleza.


“Estamos en un tiempo en que a los empresarios y ejecutivos se les acabaron las excusas. Estamos jugando el juego que creemos se debe jugar. Nuestro desafío como cristianos es ser exitosos viviendo las enseñanzas de Cristo”.

Una mirada real, directa y sincera a los desafíos del mundo del trabajo desde la perspectiva de los empresarios y trabajadores cristianos constituyó la línea central del discurso pronunciado por Juan Pablo Edwards, Vicepresidente USEC en el marco de la Jornada Pastoral de los Trabajadores. La iniciativa, celebrada en tres días consecutivos de intensas reflexiones, giró en torno a la situación y proyecciones del mundo del trabajo en Chile, su nueva realidad y los objetivos y líneas de acción que le caben a la Pastoral de los Trabajadores en este nuevo escenario.

En el panel dedicado a la reflexión del empresariado participó Juan Ilimán, Dirigente Sindical MOP con una mirada centrada en los desafíos que le caben al mundo sindical en la adopción de los cambios propios del nuevo entorno político y socioeconómico del país y del desarrollo tecnológico. Hizo un llamado a los dirigentes sindicales a no perder la mística, a no desconocer la dimensión ético-cultural de su misión y a mantener los valores como fundamento de sus acciones. Se asume así el desafío de una nueva cultura del movimiento de los trabajadores basado en la solidaridad y justicia social, y fundada en el amor.

En su presentación, Juan Ilimán dejó abierta la interrogante de qué haría el Padre Hurtado hoy en lugar que le cabe al mundo sindical y a los empresarios, y a través de una suma de falencias que hoy posee el sector trabajador, dejó abiertas las puertas al diálogo y la superación de antiguos conflictos.

Por su parte, Juan Pablo Edwards habló de la necesidad de encontrar puntos de encuentro entre empresarios y trabajadores, de derribar los mitos que existen en torno al empresario y asumir esta nueva realidad social y económica del país, con miras a la búsqueda de encuentros y consensos donde la raíz del diálogo esté centrado en los valores propios de la fe cristiana y donde ambos actores jueguen las reglas de un juego que ya está en pleno movimiento y que hay que sacar adelante con rectitud y buenas prácticas empresariales.

Los puntos de encuentro entre ambos mundos, sindical y empresariado, se materializaron en torno a varios temas discutidos en un edificante diálogo sostenido al final del encuentro, donde se debatieron temas en torno a la Responsabilidad Social Empresarial, en la necesidad de buscar espacios de diálogo coherentes entre trabajadores y empresarios, en la necesidad de más audacia para impulsar los valores de la Doctrina Social de la Iglesia, la falta de mística sindical, el tema de la negociación colectiva , entre otros.

4 de junio de 2010

una buena fabula para todos

Cuentan que una vez se reunieron en un lugar de la tierra todos los sentimientos y cualidades de los hombres. Cuando EL ABURRIMIENTO había bostezado por tercera vez, LA LOCURA, como siempre tan loca, les propuso: “Vamos a jugar a las escondidas”. LA INTRIGA levantó la ceja intrigada y LA CURIOSIDAD, sin poder contenerse, pregunto: “¿a las escondidas? ¿Y cómo es eso?”

“Es un juego”, explico LA LOCURA, “en que yo me tapo la cara y comienzo a contar desde uno hasta un millón mientras ustedes se esconden, y cuando yo haya terminado de contar, al primero de ustedes que encuentre ocupará mi lugar para continuar el juego”.

EL ENTUSIASMO bailó secundado por LA EUFORIA. LA ALEGRIA dio tantos saltos que terminó por convencer a LA DUDA, e inclusive a LA APATIA, a la que nunca le interesaba nada.

Pero no todos quisieron participar. LA VERDAD prefirió no esconderse. Para que, si al final siempre la hallarán, y LA SOBERBIA opinó que era un juego muy tonto (en el fondo lo que le molestaba era que la idea no hubiese sido de ella). LA COBARDIA prefirió no arriesgarse…”1, 2, 3…” comenzó a contar LA LOCURA.

La primera en esconderse fue LA PEREZA, que como siempre se dejó caer tras la primera piedra del camino. LA FE subió al cielo y LA ENVIDIA se escondió tras la sombra del TRIUNFO, que con su propio esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol más alto. LA GENEROSIDAD casi no alcanzaba a esconderse.

Cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos: que si un lago cristalino ideal para LA BELLEZA, que si la hendija de un árbol perfecto para LA TIMIDEZ, que si el vuelo de la mariposa lo mejor para LA VOLUPTUOSIDAD, que si una ráfaga de viento para LA LIBERTAD. Finalmente terminó por ocultarse en un rayito de sol. EL EGOISMO, en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio, ventilado, cómodo… pero sólo para él.

LA MENTIRA se escondió en el fondo de los océanos (mentira, en realidad se escondió detrás del arco iris), y LA PASION y EL DESEO en el centro de los volcanes. EL OLVIDO…se me olvidó dónde se escondió…pero eso no es lo importante.

Cuando LA LOCURA contaba 999.999, EL AMOR aún no había encontrado sitio para esconderse, pues todo se encontraba ocupado…hasta que divisó un rosal y enternecido decidió esconderse entre sus flores. “Un millón”, contó LA LOCURA y comenzó a buscar.

La primera en aparecer fue LA PEREZA solo a tres pasos de una piedra. Después escuchó a LA FE discutiendo con Dios en el cielo sobre Zoología, y a LA PASION y EL DESEO los sintió en el vibrar de los volcanes. En un descuido encontró a LA ENVIDIA y, claro, pudo deducir dónde estaba EL TRIUNFO. EL EGOISMO no tuvo ni que buscarlo, él solito salió disparado de su escondite, que había resultado ser un nido de avispas.

De tanto caminar sintió sed y al acercarse al lago descubrió a LA BELLEZA, y con LA DUDA resultó más fácil todavía, pues la encontró sentada sobre una cerca sin decidir de qué lado esconderse. Así fue encontrando a todos, EL TALENTO entre la hierba fresca, a LA ANGUSTIA en una oscura cueva, a LA MENTIRA detrás del arco iris (mentira, si ella estaba en el fondo del océano) y hasta EL OLVIDO…que ya se le había olvidado que estaba jugando a las escondidas.

Pero solo EL AMOR no aparecía por ningún sitio. LA LOCURA buscó detrás de cada árbol, bajo cada riachuelo del planeta, en la cima de las montañas, y cuando estaba por darse por vencida divisó un rosal y las rosas…

Tomó una horquilla y comenzó a mover las ramas, cuando de pronto se escuchó un doloroso grito . Las espinas habían herido en los ojos AL AMOR.

LA LOCURA no sabía qué hacer para disculparse, lloró, rogó, imploró, pidió perdón y hasta prometió ser su lazarillo.

Desde entonces, desde que por primera vez se jugó a las escondidas en la tierra…

EL AMOR ES CIEGO Y LA LOCURA SIEMPRE LO ACOMPAÑA.

Por: http://unmensajeparati.wordpress.com